¿Cómo se comparan los EMF de las líneas eléctricas con la “radiación” de fuentes como los rayos X médicos y la luz solar ultravioleta?
Los EMF pueden confundirse con la radiación de los rayos X médicos y la luz solar ultravioleta porque el término “radiación” se usa a menudo para referirse a dos cosas muy diferentes.
La “radiación” es un término científico que simplemente describe cómo la energía viaja desde una fuente. Una roca arrojada a un estanque es una fuente de energía cuando cae y causa ondas que se “irradian” hacia el exterior en círculos; eso es “radiación”. Las torres de transmisión de televisión y radio, las líneas eléctricas, los electrodomésticos y el cableado doméstico tienen campos que se irradian hacia el exterior de la fuente.
El término “radiación”, sin embargo, también se usa para referirse a campos muy diferentes, como los de rayos X médicos o la parte ultravioleta de la luz solar. La exposición a campos de esas fuentes puede dañar el ADN de las células, lo que puede provocar cáncer. Un buen ejemplo es la sobreexposición a la luz solar, que puede provocar cáncer de piel. El daño ocurre por un proceso llamado ionización, por lo que la ciencia clasifica esos campos como radiación “ionizante”.
Sin embargo, los EMF de las líneas eléctricas, los aparatos eléctricos y el cableado doméstico no son lo suficientemente fuertes como para dañar el ADN, por lo que no son iguales que la radiación de los rayos X médicos o la parte ultravioleta de la luz solar. Por lo tanto, los EMF se clasifican como “no ionizantes”. La capacidad de dañar el ADN está determinada por la “frecuencia” de la fuente. La frecuencia se mide en hercios. Para que una fuente produzca suficiente energía como para dañar el ADN, debe tener una frecuencia de aproximadamente diez billones de hercios. Los EMF provenientes del uso de electricidad tienen una frecuencia de tan solo 60 hercios en Canadá y los Estados Unidos.